Llueve... Y me gusta...
Llueve... Pequeñas gotitas de agua comienzan a empañar el cristal, delineando figuras imposibles a lo largo de su superficie transparente.Trato de trazar su recorrido con mis dedos, trato de seguir ese camino serpenteante que parece no querer terminar. Pero no consigo seguirlas... Exhalo el vaho, que empaña rápidamente el cristal y, como una niña, dibujo formas sin nombre con el dedo índice. Está frío. Hace frío. Tal vez sea la lluvia. Tal vez sea el viento. De pronto, un trueno. Desde pequeña, me han gustado las tormentas, pero siempre y cuando me encuentre dentro de casa, bajo techo.
Lentamente, me acerco a la chimenea y me cubro con la manta; esa manta de cuadros que lleva junto a mí desde hace tanto tiempo que siempre he creído en su existencia perpetua. Mis ojos se fijan en las rojas llamas, en el fuego que trata de calentar el ambiente. Pero sigue haciendo frío. Me acurruco un poco mejor. Así, encogiendo las piernas y torciendo un poco el cuello, pegándome a tí un poco más. Más pegadita; contra más, mejor. "¿Qué haces?" "Sentir tu calor" "¿Tienes frío?" "Sí..." Me gusta el frío, me gusta el otoño. Me gusta ver las gotas de lluvia a través de la ventana. Me gusta sentir la calidez de una buena hoguera, mientras el ambiente huele a castañas asadas. Me gusta esconderme bajo la manta. Me gusta sentir tu calor.
ME GUSTAS TÚ.
Me gustas tú.