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PERSONAJES HISTÓRICOS DE "LA MENINA DEL LOUVRE": ARMAND JEAN DU PLESSIS, CARDENAL DE RICHE

La figura de Richelieu nos ha llegado algo distorsionada, merced al retrato que de él hizo Dumas en su novela "Los Tres Mosqueteros". Tal vez, por eso, el escritor francés se vio obligado a disculparse ante el pueblo francés, por medio de un epitafio que hizo por boca de Athos en la secuela de "Los Mosqueteros".


Realmente, el Cardenal fue considerado un héroe nacional por sus paisanos, y no es seguro que tejiera una red de intrigas en torno a la Reina Ana de Austria. Al fin y al cabo, lo que primaba es que hubiera un heredero a la Corona y, para ello, las relaciones entre los Monarcas debían ser como mínimo cordiales. Richelieu intentó la avenencia entre ambos, aunque la presencia de María de Médicis (la mujer que lo encumbró y de la que se dice que fue amante), siempre sería una tónica en su vida y la que realmente fue la verdadera conspiradora de esa etapa de la Historia de Francia. Sin embargo, el Cardenal intentó siempre atemperar las relaciones entre el Rey y la Reina Madre, consciente de que una guerra civil sumiría a Francia en un verdadero caos, acentuado por la falta de herederos. La estabilidad de Francia era su verdadero objetivo, al margen del retrato distorsionado que nos ha llegado de hombre ambicioso y personaje malvado por excelencia.


Buena prueba del carácter de Richelieu, en cuanto a su concepción de fiel servidor "a Dios y a la Corona" fue una frase que ya es Historia: «Someto este pensamiento como todos los otros a su Majestad». Lo cierto es que Luis XIII no apreciaba en absoluto al Purpurado, aunque llegó a reconocer su valía como hombre de Estado e, igualmente, sabía que no podía confiar en otro que no fuera él. Aun así, Luis XIII, tal vez recordando la fidelidad anterior del Cardenal para con su madre, siempre le guardó un cierto rencor.


Considerado el padre del "Estado Liberal" por Voltaire, Richelieu resulta ser uno de los últimos vestigios de los llamados "sacerdotes guerreros". No en vano, fue el auténtico héroe de la Batalla de La Rochelle y una de las cabezas pensantes de la Guerra de los Treinta Años.


Fue él el que designó como sucesor al Cardenal Mazarino, amante de Ana de Austria y supuesto padre de Luis XIV (según afirman las malas lenguas), siendo Mazarino el verdadero "villano de la Historia".


A pesar de su consideración de héroe, Richelieu llegó a convertirse en un personaje tremendamente impopular en sus últimos años de vida, acusado de llevar al país a la bancarrota a través de las guerras en las que se embarcó Francia.


A su muerte, el 4 de diciembre de 1642, legó un millón de libras al rey Luis XIII (el cual no pudo disfrutarlas, porque murió meses después). Y, además (agarraos los machos), una pensión vitalicia para todos sus gatos, asegurándose de que los animales disfrutaran de casa y comida durante el resto de su vida, además de dos personas que se encargarían del cuidado de los animales.


No sólo moría el Ministro más famoso de la Historia de Francia, sino una de las mentes más preclaras del siglo XVII y un gran amante de los animales (su faceta más desconocida).


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